martes, 22 de noviembre de 2011

Clases de dolor

Desde que nació mi niña los dolores de muelas, las migrañas pasaron a segundo plano.

El día que nació sentí un poco de dolor, me los provocaron para poder hacerme la cirugía.

Uno de los dolores más grandes que sentí en la vida fue la muerte de mi papá. Al enterarte sientes que te ponen una carga muy grande en el pecho y crees no poder respirar. No ves más que un fondo negro. Sientes que giraron una ruleta en la cual se decidirá tu vida y tienes tanto miedo porque no sabes qué seguirá.

Pasaron días, meses, años para que ese dolor se bajara y se convirtiera en otra cosa, que bien sabes no es olvido pero ya no duele como al principio.

Para llegar a ello tuve que pasar por muchas etapas y la juventud, la inmadurez o la ayuda de todos a tu alrededor lo hicieron menos difícil.

Desde el domingo por la noche estoy pasando por un dolor que se le asemeja tanto a lo vivido por la muerte. Desde el domingo tengo la ruleta dando vueltas sin querer detenerse, como para hacerla de suspenso. Desde el domingo se me acabaron un poco las fuerzas y las ganas para lo que estaba haciendo: mi casa.

Pero desde el domingo me doy cuenta que aunque no tengo la juventud de hace diez, la inmadurez, ni a los amigos de aquel entonces, tengo un motorcito por el cual no me puedo detener a ver qué me dirá la ruleta. Un motorcito que no me deja tirarme a la cama porque desea comer, desea salir a pasear, desea verme sonreír y sentir mis brazos.

Hoy sufro como hace diez años, por otro tipo de dolor pero muy parecido, pero no me detengo gracias a mi hija. ¿Lo podré superar? no sé, ahorita no tengo cabeza para pensar en si puedo o no... lo que sí es que lo voy a intentar.

Un amigo te traiciona, te duele pero pues, simplemente ya no lo ves. Un primo te traiciona pero se puede uno alejar. Una pareja te traiciona, lloras y lo olvidas. Pero cuando te traiciona una hermana a la que ves a diario, a la que quieres como a una hija, a la que le diste todo sin pedir nunca nada, a la que le ayudaste con los hijos por amor... ahí ¿qué haces?