miércoles, 2 de diciembre de 2009

Como yo te amo

Por casi dos años, cuando estaba en la primaria, me encantaban los viernes. No me importaba si había exámenes, si ese día nos lavarían los dientes con la mentada pasta que sabía tan feo o si nos vacunarían para alguna enfermedad rara. Ese día me valía cualquier cosa, todo gracias a la escuela de mi hermano Daniel.

Dani estudiaba en un kinder especial. Su problema de sordera no impidió que estudiara pero para entrar a una escuela normal tenía que asistir primero a una que estuviera de acuerdo con su discapacidad.

Esa escuela era tan divertida, no solamente les enseñaban lo que a todo niño en un preescolar sino que cada viernes los llevaban a un lugar cerca de las "quintas carolinas", en Chihuahua, a pasar toda la mañana. Al lugar que los llevaban era muy hermoso, rústico, tenía una casa muy linda y elegante, tipo hacienda con un jardín enorme, tan enorme que tenías que ir en coche o caballo para poder recorrerlo.

Atrás de la casa había una alberca y un chapoteadero. Para llegar ahí tenías que cruzar por un túnel hecho de puras enredaderas. Había viñedos, nogales, manzanas y bellotas. Ese día le permitían a los niños llevar a toda su familia. Nada más íbamos mi mamá y yo ya que mi papá estaba en el trabajo. Desde las 8 de la mañana ya tenía puesto mi traje de baño y mis chanclas, o creo que desde la noche anterior.

Los niños al llegar limpiaban el lugar, se preparaban de desayunar y recogían todo el tiradero que hacían. Ellos solitos hacían huevos estrellados y jamón frito, todo bajo la vigilancia de las maestras. Me sorprendía que niñas de 5 años ya andaban cocinando y yo ni siquiera sabía lavar trastes. Nos preparaban el desayuno a todos y cuando terminábamos salíamos a correr al jardín.

Preparaban juegos como los quemados, saltar la cuerda o esconder listones de colores en los árboles. Los niños buscaban su color favorito y se ganaban un premio, obviamente nosotros también participábamos, pero nos ponían una especie de audífonos en los oídos para que no tuviéramos ventaja sobre ellos.

Mi hermano le tocaba sentarse en una sillita y una mesita roja, no sé si él lo decidió o fue al azar, pero en la casa cuando jugábamos al turista escogía siempre el avión de ese color, imagino que era su favorito. Y hasta la fecha.

La hora para meternos a la alberca se me hacía eterna. Nomás nos dejaban entrar una hora y media. Jugaba con los hermanitos de los compañeros de mi hermano, ellos si escuchaban y platícabamos sobre ellos: descubrí que mi hermano tenía novia, era Karla, una compañerita muy bonita pero muy consentida.

La hora de retirarnos se me hacía que llegaba muy rápido. Siempre nos íbamos a la 1 porque yo entraba a las 2 a la primaria y tenía que llegar a bañarme y cambiarme para no faltar. Muchas veces quise decirle a mi mamá que no importaba si no iba pero conociéndola, después de reírse de mi comentario, me hubiera dado una nalgada y mejor me quedaba callada, total! para que entorpecer un momento tan lindo.

El chofer de la escuela nos llevaba a la casa y siempre pero siempre traía canciones de Raphael en su radio, no sé si era la hora especial o si traía cassettes (no sé si ya se habían inventado XD)mi mamá fascinada porque era su ídolo y a mi me daba igual.

Ahora siempre que escucho la rola de Raphael ni me pongo romántica, ni pienso en algún novio. Me viene a la mente los viernes tan lindos que pasé en esa hacienda al lado de mi mamá y mi hermano.

Chihuahua! como desearía poder regresar el tiempo.

2 comentarios:

la MaLquEridA dijo...

La música casi siempre trae recuerdos gratos como la que ahora te recuerda a tu hermano, yo creo que para eso se hizo, para recordar.

Mi vida está hecha con música, cada etapa, cada vida, cada historia, todo tiene su melodía.


Saludos, me gustó mucho tu post.


Chau.

Paloma dijo...

Eso es lo mágico de la música Vero, que te permite viajar en el tiempo, te permite revivir momentos pasados y a los más locos, como yo, nos permite vivir tiempos futuros....awwwww...qué lindo!!! :)