lunes, 2 de junio de 2008

Olvidar ...nunca

Hace 7 años, para ser exactos el 31 de mayo, que mi papá tomó la desición de acabar con su vida, con su mundo, de pronto las ganas de seguirle se le quitaron. Al principio le tomé mucho coraje, no le podía perdonar que nos hubiera dejado con todo el paquete, con el sufrimiento, con los preparativos de un funeral que nos tomó por sorpresa.

Tenía días viéndole triste, cabizbajo, pero platicaba sus planes a futuros, queríamos regresar a Chihuahua y empezar de cero.

Ahora me doy cuenta que es una decisión muy personal que, como todas en su vida, quiso tomarla sin pedir autorización, el escogió el día de su muerte e independientemente de sus motivos, tenía todo el derecho de hacerlo.

Afortunadamente (o desafortunadamente para otros) no creo en dios, ni cielos, ni en infiernos, estoy segura que nadie lo castigará o le pondrá unos exámenes para ver en que lugar lo acomodará, el está donde quiso estar.

Lo extraño como el primer día, quiero verlo, quiero decirle que por fin me enamoré de una buena persona, quiero abrazarlo, quiero escucharlo, de repente me doy cuenta que ya su voz no la recuerdo, todo tengo en la mente menos su voz y eso me duele tanto.

Siempre digo que el tiempo lo cura todo, el tiempo te ayuda a olvidar, pero no es así, el tiempo quizás nos ayuda a que se vean desde lejos y así desde otra perspectiva las cosas, pero definitivamente no te ayuda.

A mi mamá siempre le digo que la quiero, que me siento orgullosa de ser su hija, de que soy feliz de tenerla aún conmigo, luego ya ¿pa´que?

No soy de ir a panteones, ahora lo hago por acompañar a mi familia, pero no me gusta, esa no es la casa de mi papá, yo lo quiero imaginar sonriendo junto a nosotros, en mi mente, conmigo.

¡Carajo!, Cómo quisiera que estuvieras aquí.

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