martes, 28 de febrero de 2012

La edad de la punzada.

Siempre lo he platicado, mi niñez fue la mejor etapa de mi vida. Tuve un mundo de vivencias, conocí tantos lugares, tuve muchísimos vecinos que se volvieron parte de mi familia y a los que sigo viendo, al menos por facebook.

Mis lugares favoritos en Chihuahua eran las quintas carolinas y los llorones. Nada más de acordarme se me hace un nudo en la panza y recuerdo cada rincón como si fuera ayer. Después de las carnes asadas o de los "lonches" de sardina, seguían las fiestas en casa de algún vecino. Eran días maravillosos, esperaba con ansias los fines de semana.

Era la envidia de todos mis amiguitos porque mis papás siempre nos acompañaban en los juegos. Ellos eran los que organizaban todo lo que fuera: los quemados, el bote pateado, las escondidas. Los papás de mis amigos la pasaban tomando o platicando entre ellos.

Recuerdo que esperaba sentada al lado de mi papá los domingos viendo el fut, para que al terminar nos llevara a la deportiva o al centro, a dar la vuelta.

Ahora casi no he salido de día de campo, pero trato de pasear lo más que se pueda con mi niña, que conozca los lugares de aquí y cada vez que hay un tianguis cultural, nos vamos. Ella se divierte muchísimo, pero creo que siempre soy yo la que termina feliz de haber visto cuanta chuchería venden y saludando a amigos, que tanto quiero. Claro, siempre que puedo mi mamá me acompaña, me encanta pasear con ella.

Aquí en Matamoros no hay lugares bonitos para visitar y con eso de la violencia, menos. Pero cuando mi papá vivía trataba de llevarnos a la playa o a los canales de riego, con víboras y todo pero la cosa era salirse a divertir. Yo fascinada. Casi siempre los amigos o primos que nos acompañaban andaban solos, por lo regular mi papá les pedía permiso a los suyos para poder quedarnos las horas.

Jamás me imaginé que la felicidad de salir con mis papás, cambiaría.

Cuando tenía 16 años era una adolescente tranquila, no le di mucha lata a mis papás. No era de las que salen con amigos o galanes todos los fines de semana si no que me gustaba pasarla en casa viendo películas o escuchando música.

Lo que sí tenía, al igual que muchos de esas edad, era el pensamiento de que al salir con los papás, el divertirte haciendo todo en familia te hacía ver un poco niño y obviamente estaba en la etapa del "sandwich", te sientes en medio de algo, ni eres ya pequeño, pero tampoco eres un adulto.

A mi papá le seguía gustando irse de fin de semana a lugares fuera de la ciudad. Vivíamos en Tepic Nayarit. Todos los sábados muy temprano, incluso hubo veces que desde el viernes por la noche, nos íbamos a los lugares más cercanas o donde hubiera campamento de la "SCT".

Mi papá era el gerente general de ese estado, así que no teníamos ningún problema. Nadie nos decía nada y podíamos disfrutar de techo y comida. Podíamos darnos la gran vida. Para nuestro beneficio, los compañeros de la chamba (los barberos) le regalaban cajas de frutas, de camarones, de dulces típicos y mi papá cargaba con todo para no gastar ni un peso.

Eran lugares realmente hermosos, como un paraíso, pero nuestra (hablo de mi cuate y de mí) adolescencia no nos permitió disfrutar de todo eso.

Permanecíamos vestidos, así como llegábamos, ni los zapatos no hacían quitarnos. Mis papás iban preparados pero nosotros ni maleta haciámos, entonces al no llevar traje de baño o "short" no podíamos meternos a las playas o lagunas en las que estábamos, solamente mis hermanos pequeños disfrutaban de todo, hasta del pasto. Nosotros dos la pasábamos posando, leyendo revistas o metidos en el coche esperando que se llegara la hora de irnos.

Tengo una foto en la que estoy parada dándole la espalda a una bellísima laguna, pero vestida con una faldota roja, una blusa blanca y un reloj de oro que recién le habían regalado a mi papá. Eso sí, bien peinada pa´atrás!

Hubo otro lugar, me parece que era en "lo de Marcos" que el campamento estaba a unos cuantos pasos de la playa. Tal vez la casa no era la gran cosa, pero al abrir la puerta trasera se podía ver el mar a todo su esplendor, hasta parecía que la arena tenía oro, de tanto que brillaba.Pero ahí estaban los cuates super aburridos encerrados en uno de los cuartos viendo "volver al futuro", en una videocassetera.

Visitamos tantas playitas cerca de ahí, lugares en los que los recorridos eran de 2 o más horas, pero viendo un paisaje hermosísimo, con árboles frutales al lado de la carretera. Había muchos restaurantitos que llegabas y al pedir lo que fuera, casi casi lo sacaban del mar.

En uno de esos trayectos fue donde surgió mi apodo de "la palma one", del que ya conté hace tiempo.

También visitamos "la tovara", es un paseo acuático en el que te aventabas 2 o 3 horas en lancha, ¡3 horas! para un adolescente es la muerte. Mientras se hacía el recorrido veías al cocodrilo gris o a unas tortugas gigantes, además del paisaje fenomenal. Al final desembocaba en un manantial natural, ahí había una malla protectora que dividía la parte del recorrido para que te pudieras meter a nadar sin problemas. En serio que era realmente de ensueño.

Ese lugar era turístico, creo que de los pocos que se llenaba de gente, Los demás por lo regular estaban completamente solos. Podías acampar si querías. Pero todo eso nos parecía aburrido, muy lindo y toda la cosa, pero aburrido. Nosotros nos moríamos por regresar a la ciudad, porque ya fuera lunes para estar en la escuela con los amigos. Ya las platicas o los chistes de mi papá, no nos hacían nada de gracia. Era tanta mi sonsez, que llegué a pensar que nos sacaba de la casa para amargarnos el fin de semana.

Mi mamá siempre nos dice que se siente orgullosa de nosotros porque jamás tuvo problemas de drogas o alcohol cuando fuimos adolescentes y yo siempre sonrió toda esponjada, feliz de no haberle dado problema,pero este fin de semana si le dije que si había algo de lo que me arrepentía en la vida, era de no haber disfrutado esos años con ellos. Me hubiera gustado haber dejado mis tonterías en casa y jugar como cuando era niña y que solamente deseaba que mi hija no sea tan así, de sangrona como yo.
Mi mamá, toda linda, como cualquier mamá me dijo con una sonrisota medio burlona: " no te preocupes, sí lo será. todos nos volvemos locos en la edad de la punzada"

Aquí unas fotos de los lugares que no disfruté, al menos no como lo disfrutaría ahora. (algunos nombres de los lugares ya no los recuerdo tan perfecto, pero creo que así eran)


La tovara

Aquí era donde terminaba el recorrido y te podías meter a bañar.




Me parece que aquí es "lo de Marcos"

La hermosa laguna de Santa María del oro



2 comentarios:

Unknown dijo...

En esos lugares parece que el tiempo no existe; aunque en realidad en ningún lugar existe el tiempo.
En fin, gracias por compartir las imágenes y otro pasaje de tu vida, Carnalita.
Un abrazo y besito a Kozmikid; luego nos leemos.

la MaLquEridA dijo...

Ya lo pasado no tiene remedio, disfruta lo que hay con tu hija.


Saludos.